Pasi贸n y compromiso que han marcado generaciones
El biling眉ismo en Uruguay debe una gran cuota de su desarrollo al trabajo de Cristina Mosca, quien desde 1975 ha sido una pionera en la importaci贸n y distribuci贸n de obras en ingl茅s, fundando en 1990 la prestigiosa marca Bookshop, la cual hoy dirige junto a su hija, Mar铆a Laura Arrosa.
Por Luis Cabrera / Foto: Soledad Melgor
Hay muchas maneras de emprender, pero hacerlo desde dentro de una empresa familiar, para luego tener la valentía de salir al mercado a competir contra esa misma compañía, no es la fórmula más común. Hacerlo como mujer, a comienzos de los noventa y en un rubro tan difícil como el de los libros parece una obra de ficción. Sin embargo, Cristina Mosca, fundadora de Bookshop, ha escrito, con su visión y esfuerzo, su propia aventura. Hoy junto a su hija, María Laura Arrosa, dirigen una de las cadenas de librerías más importante del país.
Estudiante de medicina, Cristina dejó su carrera para trabajar en Mosca Hnos., la empresa familiar, junto a su padre, por quien sentía una gran admiración. Luis Alberto era parte de la segunda generación de la empresa. Su muerte, en 1975, fue un duro golpe para su hija: «Fue el shock más grande que he vivido hasta ahora», recordó en diálogo con The Select Experience. «Yo trabajaba como su secretaria, era la primera mujer de la familia en trabajar en la empresa. Tras su muerte, sabía que tenía que cambiar mi rol».
Su propia necesidad brindó la idea de un nuevo negocio: «Se me prendió la luz cuando, buscando libros para preparar un examen de inglés, me di cuenta que no había dónde encontrarlos en Montevideo», explicó. «En algunas librerías hasta me pedían el carné de docente para tener acceso al material».
Cristina viajó a Buenos Aires, se entrevistó con editoriales y entendió que había una oportunidad. «Este era un momento de incipiente bilingüismo en Uruguay, lejos de la realidad que vemos hoy», comentó María Laura.
El desarrollo fue veloz, las editoriales llegaron una detrás de otra y los colegios comenzaron a sumarse: «Primero empezamos atendiendo a cuatro colegios», detalló Cristina. «Para 1983, cuando abrimos una oficina exclusiva para textos de inglés dentro de Mosca, hicimos una celebración de la que participaron 60 institutos».
El año de la apertura de la oficina no es casual: la Guerra de las Malvinas rompió las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña, lo que llevó al área de Cristina dentro de Mosca a ser contactada por el British Council para servir de puente y acercar los textos y los exámenes internacionales a la vecina orilla. Ya no era solo una buena idea, era un negocio importante dentro de la estructura de la empresa.
«Cuando uno mira para atrás ve que no fue fácil lograr esto, dentro de una empresa familiar y siendo la única mujer», consideró Cristina. «Hubo mucho de suerte, pero también me comprometió esa pasión de sentir que era valioso, porque me acercaba a un colegio y me decían: ‘Trabajamos en clase con este libro que recogimos de la biblioteca y ¡no sabés los trabajos que hicieron los chicos!’ Sentía una satisfacción especial». La pasión que Cristina transmite por su trabajo es contagiosa.
Hay mucho orgullo en lo logrado, en haber sido pieza clave en el desarrollo del inglés en Uruguay, pero también hay mucho de gusto por lo que se hace: «Es imposible abarcar todo lo que hacemos, la variedad de material que importamos y que tenemos que estar al día si no sentís pasión, si no te gusta con locura. Esa es la verdad», afirmó. Uno de sus objetivos fue transmitir esa pasión a su hija María Laura.
Economista, con una maestría en Análisis Económico Aplicado, María Laura ha estado ligada a la empresa desde muy pequeña, tanto envolviendo regalos como yendo de acompañante en los viajes por trabajo a Buenos Aires. «Viajó muchos feriados conmigo», aseguró su madre. «Y yo creo que eso es una parte de lo que esa madre empresaria tiene que hacer con sus hijos: trasladar la pasión, el gusto por este trabajo».
Mientras su hermano eligió la arquitectura –y ha colaborado con la apertura de los locales–, María Laura se unió a Bookshop en 2006 y, tras emigrar por estudios a España, retornó de manera definitiva en 2009, en un momento clave, cuando la empresa expandió su oferta de productos. «Cuando entré aún teníamos un negocio muy enfocado en lo zafral y con la necesidad de crecer en ventas para mantener la estructura de todo el año», detalló. «Teníamos que diseñar una estrategia de crecimiento y, luego, gestionar ese crecimiento».
Hoy Cristina está enfocada en las compras a nivel internacional, mientras que María Laura se encarga de las áreas administrativas y comerciales.
«Es un trabajo apasionante en el sentido de que no hay un día igual a otro», comparte María Laura. «Una noche estás cenando con el gerente general de la editorial más grande de Inglaterra y al otro día estás rumbo a Tarariras para visitar un colegio. Y ambos son clave, porque esta es una empresa que mantiene ese estilo de cercanía, tanto con sus funcionarios como con sus clientes».
SOLO BOOKSHOP
Tras casi dos décadas en Mosca, Cristina entendió que para seguir creciendo como empresaria debía tomar una decisión muy importante: abandonar la empresa familiar y hacer su propio camino. En 1990 dejó el área de textos en inglés que ella había creado y lanzó Cristina Mosca Bookshop. «Fue una decisión muy difícil», compartió. «Era separarme de la empresa familiar y pasar a competir con ellos».
«Yo era muy consciente, antes de irme de Mosca, que tenía que seguir mi camino, algo que mi padre, un hombre de gran espíritu y visión empresarial, me había inculcado. Ya éramos muchos primos, casi 40, y eso hacía muy difícil lograr mis objetivos dentro de la empresa familiar», comentó Cristina. Mosca fue vendida años más tarde, en 1994.
Poco antes de la apertura de Bookshop -la marca evolucionó hacia ese nombre dado que el apellido Mosca generaba confusión-, Cristina viajó a Inglaterra, en junio de 1990, buscando asegurarse el apoyo de las editoriales Oxford, Pearson (entonces Longman), Macmillan y Heinemann, que cubrían el 90% del mercado de textos en inglés. «Las cuatro me brindaron su apoyo, confianza y la apertura de cuenta de forma inmediata», señaló. Tanto así que altos ejecutivos de las editoriales participaron de la apertura de la primera casa de Bookshop, el 31 de agosto de 1990, ubicada en Blanes, entre Constituyente y Canelones.
Cristina comenzó su camino sola, con un compromiso doble: el de estar a la altura de su historia familiar, del trabajo realizado, entre otros, por su padre y su abuelo Juan; así como el de cubrir la que entonces era una gran necesidad del mercado. «Nos esforzamos en dar servicio en todo el país, íbamos a todas las ciudades importantes del interior y a cuanto colegio e instituto necesitara nuestro asesoramiento», recordó.
«Luego, a partir de 2006, el tema de la enseñanza en inglés creció mucho: vinieron más editoriales, con sus propios equipos, y entramos a convivir en una competencia mayor».
Durante esos primeros años Cristina construyó su equipo –incluyendo empleadas que la siguieron desde Mosca y continúan en Bookshop hasta el día de hoy– y de a poco fue sumando nuevos locales. «En 1991 tuvimos la visita del fundador de Montevideo Shopping Center, quien se sintió tan bien atendido que nos invitó a tener un local en el centro comercial», compartió Cristina. «Ese fue un salto enorme porque generaba los costos y las exigencias de venta de un shopping, cuando nuestro fuerte era la venta, en zafra, de textos escolares».
El ingreso a Montevideo Shopping generó un gran cambio: dejar atrás la venta exclusiva de libros en inglés para incluir títulos en español. «Ese fue el momento donde Bookshop deja de ser una librería de nicho para empezar a dar las primeras pinceladas de lo que es hoy, una cadena de librerías», afirmó María Laura.
La empresa vivió otro momento de crecimiento muy importante durante la década pasada, con la ampliación de su estructura y la tercerización de parte de su depósito, dado la mayor cantidad de stock a la que apostó tener.
«Empezamos a profesionalizar cada vez más los equipos», explicó María Laura. «Creamos todo un área de promoción para lo que tenía que ver con la zafra de textos y empezamos a trabajar más activamente el negocio de lo que denominamos coediciones: la compra de derechos para imprimir y tener nuestra propia línea de libros».
El área de promoción, en particular, es un diferencial que surgió de una evolución natural del negocio, aseguran: «Desde Bookshop tenemos la experiencia y el conocimiento para situarnos en un rol de consultor académico para los colegios. Muchas veces el colegio nos presenta una necesidad, un curso nuevo que necesita materiales, y nosotros realizamos el trabajo de estudiar todas las ofertas de todas las editoriales».
«Conocemos el perfil de los colegios, escuchamos sus necesidades y sabemos lo que ofrece el mercado, por lo que le devolvemos múltiples alternativas, con sus diferentes fortalezas», agregó Maria Laura, quien supervisa el departamento de promoción académica. «Esa venta consultiva necesita gente calificada, que esté muy dedicada e informada».
LA EXPANSIÓN DIGITAL
La pandemia, que a Uruguay llegó en marzo, durante la tan importante zafra de la venta de los textos escolares, impactó fuertemente en el trabajo de Bookshop, pero, como también ocurrió en otros rubros, sirvió para acelerar ciertas transformaciones que parecían destinadas a ocurrir.
«Obviamente 2020 fue un año durísimo para todos, pero de a poco nos fuimos recuperando, en parte también con un fuerte crecimiento de la venta mediante nuestra página web», detalló María Laura. «Diría que la zafra cambió y el comercio online ha sido muy fuerte desde entonces, tanto en la época de venta de textos escolares, cuando el equipo digital pasa a ser cuatro veces más grande, como en el resto del año. Hoy la web es una de nuestras cinco mejores sucursales».
«La venta digital es muy importante y creo que mantiene el buen servicio que caracteriza a Bookshop», afirmó Cristina, si bien ambas coinciden que el público uruguayo prefiere seguir visitando las diferentes sucursales de la marca.
Hoy Bookshop cuenta con 14 locales, abriendo hace muy poco Bookshop Café, su primera sucursal que sale del esquema clásico de la librería para combinarla con gastronomía: «Fue una idea que queríamos probar y nos pareció que su ubicación, en Carrasco, era buena», comentó María Laura. «Tiene buena aceptación. Queríamos una librería diferente, queríamos sorprender al visitante, y creo que lo logramos».
La diversificación, explican, es un paso clave para el crecimiento continuo de la empresa, luego de años de basarlo –de manera exitosa– en una fórmula bastante más difícil, con el libro como eje central: «No es sencillo crecer con el libro como objeto principal, algo que te das cuenta mirando otras empresas, donde el libro es un complemento dentro de su oferta», señaló María Laura.
«Quienes trabajamos en el negocio del libro sabemos que es un rubro que presenta grandes desafíos, pero sin desafíos no habría méritos», afirmó Cristina.
UN TRABAJO CON GUSTO Y UN AYUDANTE MUY MODERNO
Con carreras dedicadas a la venta de libros, tanto Cristina como María Laura han sido testigos de la evolución en los cambios de hábito de los lectores uruguayos, y cómo nuestro mercado se compara con el de otras partes del mundo. «Cuando hablamos con colegas o editoriales de fuera del país, estos siempre elogian al mercado uruguayo», compartió Cristina. «En el per cápita somos un país con números impresionantes, dicho esto por las editoriales», agregó su hija. «El público uruguayo lee mucho: en Bookshop lo que más se vende es el texto en español, pero hay un segmento ávido por los libros en inglés. Creo que es un buen momento para el libro en general».
En lo que refiere a tendencias, saber leer, adelantarse o responder velozmente a los gustos de los lectores, es lo que «desvela» a las directoras de la empresa: «Tenemos un stock de libros muy grandes y hay que saber cómo abastecerlo eficientemente», comentó María Laura. Para esto, es Cristina –con un aliado nuevo: la inteligencia artificial– quien encabeza la operación: «Para mi la IA ha sido un gran aliado para todo lo que es investigación de los diferentes mercados y sus tendencias», comentó la fundadora de Bookshop, antes de pasar a revelar detalles de su método, algo que su hija evitó entre risas: «¡No digamos todo!». «Lo importante es que si sentís esto, disfrutás de toda esa investigación», aseguró Cristina. «También vamos a ferias internacionales, en Madrid, Barcelona y Frankfurt. Lo hacemos todos los años y, para mí, es como poner a un niño en una juguetería. ¡No te dan las horas para ver todo lo que querrías! Volvemos llenas de energía, con un montón de ideas que luego hay que adaptar a nuestro mercado».
DOS RECOMENDACIONES DIRECTO DE LA ESTANTERÍA
CRISTINA: EL LOCO DE DIOS EN EL FIN DEL MUNDO, DE JAVIER CERCAS
El escritor y autor español está detrás de una novela muy personal, en la que consigue enlazar sus obsesiones íntimas con sus preocupaciones espirituales, con un foco en la figura del papa Francisco. «Este libro me tiene cautivada», aseguró Cristina. «No tengo mucho tiempo, pero cuando un libro me genera un switch como lo hizo este, no lo puedo dejar. Este libro me permitió encontrar el perfil de un ser humano como el papa Francisco, a quien yo respetaba, y, a través de su lectura, darle sentido a muchas cosas que en su momento no entendí».
MARÍA LAURA: LAS OBRAS DE PAUL AUSTER
El recientemente fallecido (2024) escritor estadounidense cuenta entre sus textos éxitos como 4, 3, 2, 1 (2017); Baumgartner (2023, su última obra); La invención de la soledad (1982); o la famosa colección de novelas que componen La trilogía de Nueva York: Ciudad de Cristal (1985), Fantasmas (1985) y La habitación cerrada (1986). «Siempre que tengo que recomendar un autor, recomiendo a Paul Auster», señaló María Laura. «Es un autor increíble y todas sus obras me encantan».