El coraz贸n del mediterr谩neo

Un tesoro hist贸rico y cultural. Ciudades antiguas, playas de aguas turquesas y encantadoras tradiciones la convierten en un destino irresistible.

Por Cecilia Besenzoni

Malta es una invitación a descubrir la riqueza histórica que atraviesa cada experiencia en este sitio idílico. Embarcarse en este viaje implica conectar con su historia para apreciarlo plenamente sin perdernos nada de él.

Un pasaje por su historia

Los inicios históricos de Malta datan del año 5000 a.C., cuando un grupo de homínidos provenientes de Sicilia se estableció en esta tierra. Las primeras comunidades que habitaron este atolón se dedicaron a construir templos en honor a sus dioses, como el Templo Hagar Qim, que hoy se puede visitar y que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Este templo no es el único que fue levantado en la isla en este tiempo: Mnajdra, Tarxien y Ggantija también forman parte de esta creación de valor histórico innegable, ya que su construcción precede a las pirámides de Egipto y a Stonehenge. Sin embargo, estos primeros habitantes de la isla desaparecieron por causas que hasta hoy se desconocen.

Mucho tiempo después, en el año 800 a.C., los fenicios llegaron a Malta. Utilizaban la isla como una parada provisional en sus rutas comerciales por el Mediterráneo. Luego de los fenicios, llegaron los cartagineses del norte de África, quienes se establecieron en la isla durante 250 años. Durante la Segunda Guerra Púnica, el Imperio Romano se apoderó de estas tierras, marcando una etapa próspera en la que el tamaño de las ciudades se triplicó.

Tras la disolución del Imperio Romano de Occidente, los bizantinos ocuparon Malta durante cuatro siglos, dejando paso a los árabes a finales del siglo IX. En ese periodo, la población se convirtió al Islam, adoptando muchas de sus costumbres, incluido el idioma que es la raíz de su actual lengua maltesa.

Sin embargo, en el año 1090, Malta tuvo un giro inesperado cuando los normandos de Sicilia llegaron y le quitaron su dominio a los árabes.

Cuando la Corona de Aragón se hizo con el poder de Sicilia, Malta pasó a formar parte de este territorio. Fue en 1530 cuando Carlos I cedió Malta a los Caballeros de la Orden de Jerusalén, quienes empezaron a llamarse Orden de Malta.

Durante 250 años, llevaron a cabo una profunda restauración de la isla, construyendo estructuras defensivas como el Fuerte de San Telmo y estableciéndose en Senglea, Cospicua y Vittoriosa, denominadas las Tres Ciudades de Malta. Esta orden resistió al Gran Sitio de Malta y combatió contra las tropas otomanas que intentaron invadir Malta con más del doble de fuerzas. Tras esta victoria, el maestro Jean Parisot de la Valette fundó La Valeta.

Los Caballeros de la Orden vivieron en la isla hasta la llegada de Napoleón, cuando sus tropas les arrebataron estas tierras. Los franceses se establecieron en el Fuerte de San Telmo, y los lugareños pidieron ayuda a Gran Bretaña.

Los británicos vieron en Malta el valor de su posición estratégica en el Mar Mediterráneo, y en el Tratado de París de 1814, Malta pasó a formar parte del Imperio Británico. Ciento cincuenta años de ocupación inglesa llevaron a los malteses a adoptar costumbres como el idioma, el horario comercial y la conducción por la izquierda.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Malta fue brutalmente atacada por las fuerzas del Eje, que bombardearon sus ciudades más importantes. Sin embargo, los malteses lucharon contra Italia y Alemania sin descanso hasta vencerlos, lo que les valió la Cruz de San Jorge, el emblema al heroísmo otorgado por el rey Jorge VI. Esta cruz está inmortalizada hoy en su bandera.

En 1964, Malta obtuvo la independencia de Gran Bretaña, pero mantuvo a la reina Isabel II como su soberana. Diez años después, se convirtió en una república independiente, pero los generales británicos no se retiraron hasta 1979.

La entrada a la Unión Europea en 2004 revalorizó la isla, dando inicio a mejoras urbanísticas y al cuidado de su patrimonio histórico. Hoy en día, Malta es un importante centro turístico y uno de los sitios más elegidos por estudiantes extranjeros para aprender inglés.

BIENVENIDOS A LA VALETA

Poseedora de una esencia arquitectónica barroca que se refleja en sus calles con curiosos balcones de colores que sobresalen al exterior, La Valeta es reconocida como el núcleo cultural y turístico de la isla. Fue planificada y levantada por los Caballeros de San Juan, la orden más antigua del mundo.

La Valeta es el sitio ideal para buscar alojamiento durante la estadía en la isla, una ciudad que refleja el carácter católico de los malteses a través de las esculturas de vírgenes y santos que visten las esquinas de sus calles principales y en las 25 iglesias que se albergan en su pequeña superficie.

El recorrido por la isla tiene un inicio obligatorio en el Fuerte de San Telmo, el cual es el lugar perfecto para comenzar a explorar las tierras maltesas. Esta construcción data del año 1552 y fue la primera edificación de la ciudad que protegió a la isla de los turcos en el evento conocido como el Gran Asedio de Malta. Tras el éxito de la Orden sobre los invasores, el rey Carlos I de España dio luz verde para la construcción de la ciudad.

Al continuar el paseo, nos espera la Concatedral de San Juan de Malta, uno de los puntos turísticos más significativos del país, que aloja en su interior la obra del destacado artista Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio. Este prominente exponente de la pintura barroca fue protagonista de una vida corta, marcada por los excesos y la delincuencia, siendo hasta el día de hoy objeto de estudio y admiración por los amantes del arte.

El pasaje del pintor por Malta no es menos misterioso que el resto de su historia. Se dice que fue recibido en la isla por los Caballeros del San Juan tras lograr escapar de Roma, donde había sido acusado de asesinato. Así, el artista se refugió en la isla donde pintó «La decapitación de San Juan», su obra de mayor tamaño, que se encuentra en esta iglesia.

A pocas cuadras de la catedral, nos recibe la Casa Rocca Piccola, un lugar imperdible en La Valeta que cuenta la historia de las nueve generaciones de los Marqueses de Piro, quienes han vivido en este sitio desde el siglo XIV.

El noveno Marqués y su familia abrieron las puertas de parte de su casa para mostrar cómo vivían las familias nobles de Malta en los tiempos en que la ciudad se fundó. Hoy en día se puede visitar y acceder a visitas guiadas a cargo del Marqués.

Desde el casco histórico de la isla a los jardines de Barrakka, ubicados sobre los bastiones de San Pedro y San Pablo y construidos en 1560, era el espacio de recreo de los Caballeros de la Orden hasta la llegada de los franceses. Estos jardines se dividen en dos: Lower Barrakka y Upper Barrakka, ambos ofrecen una vista espectacular al Gran Puerto, siendo el lugar ideal para hacer una pausa y disfrutar del paisaje.

Pero la capital de Malta tiene mucho más que historia. Después de un día de descubrimiento, Calle República y Calle de los Comerciantes son las avenidas ideales para llevarnos un recuerdo de la isla y disfrutar de su gastronomía. En Calle de los Comerciantes, encontramos desde las típicas tiendas de souvenirs hasta el trabajo artesanal de los joyeros de la isla, mientras que Calle República es el lugar ideal para disfrutar de la comida local, observar a sus habitantes y vivir la ciudad como un locatario.

LAS TRES CIUDADES DE LA COTTONERA

Los Jardines de Barrakka ofrecen el primer acercamiento a las llamadas Tres Ciudades. Desde el Upper Barrakka Garden se observa cómo un ferry traslada a los turistas a un nuevo destino en tan solo 10 minutos: Senglea, Vittoriosa y Cospicua.

Esta triada de ciudades fortificadas fue construida y fortificada durante el siglo XVII por los Caballeros de la Orden de Malta, bajo las órdenes del entonces maestre Cotoner, que acabó dando nombre a La Cottonera.

Senglea es la ciudad más pequeña de Malta, destacando por la vista panorámica que ofrece de la capital maltesa y su puerto. Al visitarla, se recomienda acercarse hasta Gnien il-Gardjola para contemplar los barcos que llegan al Gran Puerto de Malta surcando las aguas del Mediterráneo.

Vittoriosa, también llamada Birgu en lengua maltesa, fue la primera capital de la isla hasta el sitio al que los turcos sometieron a la isla y del cual los locales resultaron vencedores. La ciudad fue rebautizada con su nombre actual, marcando el momento en que La Valeta se convirtió en la nueva capital.

Vittoriosa destaca por el Fuerte de San Ángel, el bastión que domina la ciudad y el puerto, pero no es su único atractivo. La esencia de esta ciudad radica en pasear por sus estrechas y empinadas calles, respirando el aire marino que se cuela entre los edificios de piedra.

Por último se encuentra Cospicua, la última de las ciudades de La Cottonera. Aquí, se puede disfrutar de una de las iglesias más importantes de Malta, la Colegiata de la Inmaculada Concepción, donde en su interior se custodia la pintura de La Virgen y el niño, obra de Polidoro da Lanciano.

La excursión por estas ciudades debe finalizar sin perderse la ocasión de ir al puerto y disfrutar de la vista panorámica desde una dghajsa, una góndola maltesa, esta experiencia permite apreciar la belleza única de La Cottonera y será un recuerdo imborrable para finalizar este paseo.

LA ESENCIA DE MALTA:MARSAXLOKK

A escasos 11 kilómetros de la capital, hacia el sureste del país, se encuentra el pintoresco pueblo pesquero tradicional de Marsaxlokk, donde los primeros pobladores establecieron sus hogares, haciendo de su puerto uno de los principales centros comerciales de la isla.

Marsaxlokk se destaca como la imagen más reconocible de Malta, con su muelle animado por pescadores que preparan sus redes para la pesca o limpian el pescado, rodeados de las emblemáticas barcas de alta proa llamadas Luzzus, que representan la auténtica esencia maltesa.

Además de su puerto, encantador pueblo ofrece otros atractivos por descubrir, como la iglesia Nuestra Señora de Pompeya, ubicada en la playa principal y conocida por su cúpula rojiza.

También, el mercado local, donde se encuentran productos típicos de Malta como el Lampuki, el pescado emblemático de la región, así como deliciosos platillos como Pastizzi, una empanada hojaldrada rellena de queso o guisantes, y el Helwa Tat-Tork, una mezcla de almendras trituradas con miel, perfecta para acompañar el té o café. Sin lugar a dudas, Marsaxlokk se posiciona como el mejor lugar para disfrutar de la auténtica cocina maltesa y deleitarse este con sus manjares.

EL CENTRO DE MALTA: MDINA Y RABAT

Mdina es uno del principales escenarios de Game of Thrones. Esta silenciosa ciudad se encuentra sobre una meseta en el centro del país a solo 12 kilómetros de la capital. Si bien esta ciudad amurallada tiene emblemáticos edificios históricos por conocer, como el Palacio Falson o la catedral de San Pablo, nada será más inolvidable en el paso por esta localidad que caminar por las estrechas calles y edificios de piedra caliza donde se pueden oír los pasos al caminar, y visitar las tiendas de artesanos que trabajar de manera excepcional el vidrio.

Su vecina, Rabat, también tiene encantos por descubrir. Esta villa romana, con magníficos mosaicos y frescos, es el sitio donde se encuentran las catacumbas de San Pablo, el lugar donde se refugió el santo durante su estancia en Malta. Esta cripta tiene innumerables pasadizos estrechos y oscuros donde es muy fácil perder el rumbo.

Descubrir la Bahía dorada

Después de explorar las principales ciudades, llega el momento de relajarse. Al noroeste de la isla, se encuentra Golden Bay, la playa más frecuentada tanto por locales como por turistas. Este rincón paradisíaco es el lugar perfecto para sumergirse en aguas saladas o disfrutar de emocionantes deportes acuáticos como jet ski, kayak o buceo.

La facilidad de acceso desde Valeta, ya sea en auto u ómnibus, junto con la amplia oferta de actividades, restaurantes y kioscos, hacen de Golden Bay una invitación irresistible. Rodeada de dunas y acantilados que se sumergen en un mar calmado de color turquesa, esta playa también se distingue como el escenario ideal para contemplar un inolvidable atardecer en la costa mediterránea.

GOZO Y COMINO

Junto a La Valeta se encuentra la ciudad de Sliema, otra opción de estancia al visitar la isla. Desde aquí, salen las excursiones a Gozo y Comino.

Estas islas se encuentran al lado de la costa norte de Malta, son conocidas por sus costas rocosas y pueblos de pescadores tradicionales. Ambas pueden ser exploradas en un día mediante un relajante paseo en catamarán, que visita lugares emblemáticos de Gozo como Fungus Rock, Azure Window, Inland Sea, así como la impresionante Laguna Azul y Las Cuevas en la Isla de Comino.

Esta excursión ofrece una oportunidad perfecta para concluir la estancia en la isla, porque brinda una visión completa de su historia, cultura y tradiciones.

LOS SABORES DE MALTA

El rico legado dejado por los fenicios, romanos, árabes, italianos, franceses y británicos se manifiesta en la gastronomía maltesa, convirtiéndola en otra forma de descubrir su historia. Con sabores intensos e ingredientes de diversos orígenes, su cocina se erige como una parte fundamental del viaje por la isla.

Aljotta
Una sopa de pescado acompañada de tomates, limón, ajo y hierbas, servida con arroz, es uno de los platos más emblemáticos de la isla que se encuentra en cualquier restaurante de comida tradicional.

Ftira
Es el pan tradicional maltes es Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, normalmente elaborado en forma de anillo se le agregan ingredientes como atún, tomate, huevo, aceituna, cebolla, entre otros siendo el bocadillo por excelencia.

Imqaret
De origen árabe, el postre tradicional de la isla consiste en un hojaldre frito relleno de dátiles, especias y cítricos cubiertos de miel que se acompaña habitualmente con helado.

Lampuki
A pesar de ser una isla, Malta no tiene cultura gastronómica ligada a los productos de mar, con excepción del Lampuki. A las brasas, al horno o en pastel con masa hojaldrada, este pescado es el producto marino típico de la región.

Pastizzi
El aperitivo más popular de Matla. Una masa de hojaldre rellena principalmente de ricota, carnes o verduras. Se venden en pastizzerias especializadas pero también es común encontrarlo en restaurantes y bares.