El arte y el esplendor de un 铆cono hist贸rico
En el coraz贸n de la Ciudad Vieja, el Palacio Acosta y Lara revive tras un proceso de reciclaje que lo devuelve a la escena cultural. Una joya arquitect贸nica que combina historia, arte y modernidad, consolid谩ndose como un espacio vivo donde dialogan el esplendor del pasado y la creatividad contempor谩nea.
Por María Noel Maisonnave
Montevideo guarda tesoros que a veces pasan inadvertidos, escondidos entre calles empedradas y balcones de hierro forjado. Uno de esos tesoros es el Palacio Acosta y Lara, una joya arquitectónica que, tras décadas de abandono, resurge hoy con nueva fuerza en pleno corazón de la Ciudad Vieja. Su historia —trazada entre esplendor, olvido y renacimiento— lo convierte en un verdadero símbolo del patrimonio uruguayo, pero más que un edificio recuperado, el Palacio es ahora un espacio cultural donde el pasado aristocrático convive en armonía con la modernidad y el arte contemporáneo.
La historia comienza en 1924, cuando el escritor Manuel Acosta y Lara encargó a su hermano, el arquitecto Armando Acosta y Lara, el diseño de su residencia familiar. No se trataba de una simple casa de época: la construcción combinó influencias neocoloniales, venecianas, francesas y barrocas españolas, resultando en un espacio único que la prensa local de entonces calificó como una auténtica «casa filosofal».
Cada detalle estaba cargado de simbolismo. Desde la estrella de Ishtar incrustada en el hall de entrada —reflejo de la fascinación del escritor por lo oculto y lo esotérico— hasta los amplios salones ornamentados con mármoles, vitrales y maderas nobles, el palacio encarnaba el deseo de situar a Montevideo a la altura de ciudades como París o Buenos Aires. Los patios interiores, los balcones de hierro forjado y las molduras minuciosamente trabajadas eran testimonio de la vida elegante de la aristocracia montevideana de comienzos del siglo XX.
Del esplendor al abandono
Como muchas residencias de la Ciudad Vieja, el Palacio no escapó a la decadencia del barrio cuando las familias acomodadas comenzaron a mudarse. Lo que alguna vez fue un símbolo de refinamiento se fue vaciando lentamente. Las filtraciones, la caída de techos y el desgaste de materiales lo fueron empujando hacia un deterioro que parecía irreversible.
Entre los ocupantes posteriores se destacó el neurólogo Víctor Soriano, quien habitó la casa por más de medio siglo. A él se debe una incorporación singular: la instalación de un observatorio astronómico en la azotea, un espacio de aprendizaje y exploración científica que, con el tiempo, quedó casi olvidado bajo la falta de mantenimiento.
El Palacio parecía condenado a engrosar la lista de edificios históricos perdidos. Sin embargo, su historia tomaría un rumbo inesperado.
Un reciclaje que devolvió la vida En 2017 comenzó un ambicioso proyecto de recuperación patrimonial liderado por Gabriel Rodríguez Arnabal, un desarrollador con marcada sensibilidad por la restauración histórica. El desafío era monumental: devolverle al edificio su esplendor original sin sacrificar la funcionalidad que requiere el siglo XXI.
La intervención respetó la estructura del palacio y puso en valor cada rincón con paciencia artesanal. Los pisos de roble esloveno, los vitrales centenarios y el jardín de invierno revestido con azulejos de Talavera fueron minuciosamente restaurados. Artesanos, vitralistas y ebanistas trabajaron codo a codo para rescatar detalles que el tiempo había castigado. El resultado es una residencia que respira historia y, al mismo tiempo, ofrece un aire renovado, con infraestructura capaz de ofrecer actividades culturales y sociales contemporáneas.
El arte como nueva puesta en escena
Hoy, el Palacio Acosta y Lara no solo es un testimonio arquitectónico; es un espacio vivo que late al ritmo del arte y la cultura. Sus salones, cargados de memoria, se iluminan con una importante colección de arte contemporáneo de artistas consagrados, creando un diálogo vibrante entre los ecos del pasado y la creatividad del presente.
La casa, disponible también para determinados eventos, se ha convertido en un escenario inspirador para exposiciones, encuentros culturales y celebraciones privadas. Un lugar donde Montevideo muestra su faceta más sofisticada, proyectándose hacia el mundo con un estilo cosmopolita que conecta con las grandes capitales culturales.
Uno de los hitos más recientes es la recuperación del observatorio astronómico en la terraza. Casi un siglo después de su instalación original, el espacio renace equipado con telescopios y preparado para recibir a escuelas, aficionados y vecinos. A partir del próximo mes, será un punto de encuentro donde ciencia e historia dialoguen bajo el cielo montevideano. Se trata del único observatorio astronómico en un inmueble privado urbano en Uruguay, y su reconstrucción estuvo a cargo de un equipo de astrónomos especializados.
Un motor de futuro
El renacer del Palacio Acosta y Lara es un recordatorio de que la recuperación patrimonial puede ser motor de futuro: «El Palacio demuestra que la memoria urbana puede convertirse en inspiración para las nuevas generaciones. Protegiendo lo antiguo, damos vida a la ciudad de manera sostenible».
La fusión entre tradición y modernidad lo posiciona en sintonía con una tendencia global: la revalorización de edificios históricos como espacios de estilo de vida, cultura y creatividad. En Montevideo, el Palacio Acosta y Lara ya no es solo una reliquia arquitectónica, sino un faro que proyecta elegancia, conocimiento y arte hacia el futuro.
Quien cruce su puerta descubrirá mucho más que una casa recuperada: encontrará un universo donde el esplendor del pasado se viste de contemporaneidad, donde cada rincón cuenta una historia y donde el patrimonio se convierte en experiencia viva.
PALACIO ACOSTA Y LARA
Buenos Aires 363, esquina Alzaibar
092 424 270
IG: @palacioacostaylara