La buena moda
Hablar de moda puede no interesarle a todo el mundo, algunos la consideran frÃvola y otros una pasión, pero si hablamos de ropa, pasamos al terreno de lo cotidiano, y el acto de vestirse es una parte esencial de nuestra rutina. Como dice Marta D. Riezu: «Cada mañana elegimos un atuendo, y esas prendas no llegaron solas a casa».
Por Cecilia Besenzoni y Sofía Vanoli
No podemos escapar de la ropa, ya sea que la amemos porque nos podemos expresar a través de ella o porque simplemente la veamos como una necesidad. Sin importar nuestra perspectiva, la sostenibilidad es un tema que nos concierne a todos.
Durante décadas, hemos comprado sin cuestionarnos, justificando nuestras elecciones con argumentos banales como «es lindo» o «me lo merezco», pero algo está cambiando: aunque todavía no tengamos las cosas del 100% claras, estamos comenzando a despertar una nueva conciencia sobre el impacto de nuestras decisiones.
Y el inicio de este camino es hacerse preguntas, siendo la primera: ¿Qué es la moda sostenible?
La moda sostenible es la definición que unifica un conjunto de prácticas en el diseño, la confección y el consumo de moda que son respetuosas con el medio ambiente. Esto quiere decir que la moda sostenible evoca toda la cadena de producción: elección de la materia prima, impacto en la contaminación (emisiones de carbono, derrames químicos), acumulación de residuos (saturación de los vertederos de basura), condiciones laborales justas, cuidado por la biodiversidad, sobreproducción y salarios dignos para todos los trabajadores de la industria.
Pero, ¿por qué nos cuesta tanto asimilar la necesidad de este cambio? Para entenderlo, es útil hacer un breve recorrido histórico. En su libro La Moda Justa, Marta D. Riezu explica que este fenómeno tiene apenas cincuenta años. Antiguamente, el modelo de manufactura era sin stocks, valorando la espera y la exclusividad. Luego, con el boom de la producción en serie y el prêt-à-porter, todo cambió: prendas estandarizadas y listas para llevar. Pero, a finales de los años ochenta, se produce el giro más drástico: la moda rápida (fast fashion), que trajo consigo una oferta abundante y barata, pero también una percepción de la ropa como un elemento descartable. Este modelo promueve la idea de que debemos renovar nuestro armario cuando una prenda deja de ser una tendencia, no cuando deja de ser funcional.
Después de un repaso por la historia, entendemos la importancia de un cambio. Además, los números hablan por sí solos. Según el Parlamento Europeo, la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos. Además, provoca el 20% de la contaminación mundial de agua potable. Andrew Morgan, en su documental The True Cost, revela que 75 millones de personas trabajan en la confección de ropa, pero solo el 2% de ellos gana un salario digno. Y, si eso no fuera suficiente, el documental La verdad de la moda rápida de Anne Kauth, producido por Deutsche Welle, revela que solo el 1% de la ropa se recicla para hacer ropa nueva.
Mientras que las tradicionales colecciones primavera-verano y otoño-invierno se han multiplicado hasta convertirse en 52 micro colecciones al año, un informe del Banco Mundial titulado «¿Cuánto le cuestan nuestros armarios al medio ambiente?», señala que el 40% de la ropa que se compra nunca se usa. Por todo esto, es necesario incentivar la buena moda.
Este tema es tan complejo que es fácil verlo como algo lejano o sentir que no podemos contribuir desde nuestro lugar. Sin embargo, adoptar nuevos hábitos sostenibles puede ser nuestra forma de ayudar a generar una industria de la moda más justa.
Nuevos hábitos
Comprar menos: a la hora de comprar preguntarnos si de verdad necesitamos esa prenda o responde a una emoción, el consumo como pasatiempo no es bueno para nosotros ni para el planeta.
Comprar en marcas con valores sostenibles: elegir aquellas firmas que tienen transparencia en sus procesos. Veamos más allá de etiquetas como: «conscious», «eco-friendly»; debemos interiorizarnos en las marcas que elegimos. Por ejemplo, al leer los materiales que componen una prenda, elegir el algodón orgánico frente al algodón tradicional: el primero consume mucho menos agua y no utiliza pesticidas. Pero esto no es todo, también debemos preguntarnos quién hizo mi ropa, la importancia de que los empleados tengan condiciones de trabajo justas y un salario digno.
Comprar ropa de segunda mano o vintage: elegir prendas de segunda mano es pensar en el impacto ambiental, mientras que comprar ropa vintage es hacerte dueño de una verdadera joya, una prenda única.
Cuidar y reparar: no todo está en las manos de las marcas que elegimos, también debemos hacer de nuestra. Prolongar la vida de nuestras prendas es reducir la huella ecológica. Para esto es recomendable lavar las prendas lo menos posible y elegir repararlas cuando tienen alguna imperfección; si se descose un botón, cocerlo, si se avería un cierre, cambiarlo.
Dar una segunda vida: cuando hacemos limpieza de armario y no nos damos cuenta que hay prendas que no utilizamos más podemos donarlas, intercambiarlas o llevarlas a un second hand.
Como te habrás dado cuenta no somos exentos a la moda sea por amor o por funcionalidad. Todavía lo sostenible no es 100% cuantificable por lo que es importante tener una mirada activa en el tema. Comprar con ética y elegir compañías que tienen procesos trazables y pilares innegociables con sus trabajadores y con los recursos naturales, es ayudar a reducir el daño que hemos causado como sociedad y evitar que este aumente.
Moda sostenible en Uruguay: Rotunda y Savia marcan el camino
La moda sostenible ha ganado relevancia en todo el mundo, y Uruguay no es la excepción. A medida que los consumidores se vuelven más conscientes del impacto ambiental y social de sus elecciones de moda, marcas locales como Rotunda y Savia han asumido un rol crucial en liderar un cambio hacia prácticas más responsables y éticas.
Savia: artesanía y tradición
Savia, por su parte, ha apostado por la sostenibilidad desde una perspectiva más artesanal. Para esta marca, la sostenibilidad es un valor innegociable, y su enfoque está en la creación de prendas atemporales y duraderas, fabricadas con materiales nobles como el lino 100% natural, una fibra que requiere poca agua y fertilizantes en su producción. El lino, conocido por su durabilidad y amabilidad con la piel, es el sello distintivo de la marca.
«Nuestro principal compromiso con la sustentabilidad está en el proceso de producción», explica Helena Betolaza, cofundadora de la marca. «Para nosotras, el cuidado del trabajo artesanal es clave porque representa un oficio, un trabajo manual cuidado y minucioso que se aleja de lo industrial y que, por lo tanto, está directamente asociado a lo sostenible».
La marca trabaja desde hace casi una década con talleres locales que valoran el trabajo manual, alejándose de los ritmos de la moda rápida. Cada prenda de Savia está pensada para perdurar en el tiempo, tanto por su calidad como por su diseño atemporal, lo que resuena con el objetivo de crear productos que pasen de generación en generación.
«Buscamos alejarnos cada vez mas de la idea de la llamada moda rápida, donde las temporadas están muy marcadas y los productos que se ofrecen se vuelven obsoletos con el correr del tiempo, no solo a nivel de diseño sino también en términos de materialidad y calidad», comenta, agregando que la marca también ha sumado la customización de productos de temporadas anteriores que se vuelven clásicos que las clientas siguen eligiendo una y otra vez.
Al igual que Rotunda, Savia también busca maximizar el uso de materiales sobrantes, utilizándolos para detalles internos o la creación de accesorios como tops o cinturones. Este enfoque creativo no solo reduce el desperdicio, sino que también celebra la singularidad de cada pieza.
Rotunda: innovación y circularidad
Rotunda se destaca por su enfoque integral en la sostenibilidad, con la ambición de convertirse en una empresa de «cuádruple impacto», como comenta Josefina García, Gerente de Cuádruple Impacto para Rotunda, a The Select Experience. Aunque reconocen que aún tienen camino por recorrer, su visión abarca cuatro dimensiones claves: la rentabilidad económica, el desarrollo humano, el impacto ambiental y la responsabilidad social.
«Lo esencial es que nosotros aspiramos a ser una empresa de cuádruple impacto, y digo aspiramos, lo cual es clave, porque todavía falta mucho camino por recorrer», explica la ejecutiva. «El desarrollo humano es una de las dimensiones en las que aspiramos a ser una organización que permita a todas las personas que trabajamos en ella poder ser como somos, de forma integrada».
En términos ambientales, Rotunda ha implementado varias iniciativas para reducir su huella ecológica. Uno de sus principales logros es el Denim Proyecta, un programa que mide la sostenibilidad de sus prendas de denim en tres aspectos: calidad, procesos y materiales saludables, y reciclabilidad, basándose en los principios de «The Jeans Redesing Guidelines», de la Fundación Ellen Mac Arthur. Esto se alinea con los principios de la economía circular, que buscan maximizar la vida útil de los productos y minimizar el desperdicio.
Además, la marca ha lanzado un programa de recirculación de prendas llamado «Compra con ropa», que permite a los clientes intercambiar prendas usadas en buen estado por vales de compra. Estas prendas se venden posteriormente en colaboración con Retroka, una empresa especializada en la venta de prendas de segunda mano. Esta colaboración busca impulsar la moda circular, contribuyendo a la reducción del desperdicio textil.
Un enfoque sostenible para el futuro de la moda
Tanto Rotunda como Savia son dos ejemplos de marcas locales que están comprometidas con una moda más ética y responsable, y ambas marcas ofrecen una alternativa a la moda rápida que ha dominado la industria en las últimas décadas.
Sus diferentes iniciativas reflejan una conciencia creciente en Uruguay sobre el impacto de la industria de la moda en el medio ambiente y las comunidades, alineándose con la necesidad global de repensar el modelo actual. Comprar menos, elegir mejor y prolongar la vida de las prendas son acciones que todos podemos adoptar para contribuir a una industria más justa y sostenible.