Hoteles con Encanto en Uruguay

Continuamos difundiendo el «Uruguay encantador» que Maria Noel Maisonnave nos cuenta en su último libro, «Hoteles con Encanto en Uruguay». Hoteles con viñedos, olivos, glamping, experiencias culinarias y casas con arraigo son algunos de los tesoros hoteleros que María Noel nos devela en su obra y que en esta edición acerca, en forma exclusiva, para nuestros lectores.

AGUAVERDE WINE LODGE

Era 1790, y en lo alto del Cerro de Eguzquiza, existía una fortificación militar que defendía la ciudad de San Carlos de los ataques portugueses o españoles.

Con el paso del tiempo, esas tierras fueron fraccionadas y pasaron varios estancieros. Un día, la compradora fue Blanca Isabel Álvarez de Toledo, hija de un matrimonio argentino. Junto a su marido, el artista plástico argentino Nicolás García Uriburu, adquirieron uno de los terrenos y lo llamaron Aguaverde.

El nombre puede ser en referencia a la obra de García Uriburu, quien tiñó de verde las aguas del Gran Canal de Venecia hacia finales de los años 60. También pudo ser por el color verde que se forma en el agua de manantial de la zona, producto del contacto con el moho. Habiéndola habitado tantos años, en 2001, las tierras de Aguaverde fueron adquiridas por unos inversores que buscaban instalar viñedos, con el sueño de dejárselo a sus hijos.

Con ellos, también vino un proyecto de hotel, de eventos y de alta gastronomía. Cobró vida y fuerza cuando un análisis de suelos concluyó que plantar ahí daría vid de una altísima calidad. Los desafíos eran muchos: la orientación, el clima, el diseño, los materiales de construcción y revalorizar la casa de piedra original.

Sin embargo, la naturaleza estuvo de su lado. Los bañados del Arroyo Maldonado generan un microclima que beneficia el desarrollo de viñedos, viñedos que son cuidadosamente custodiados por la Familia Deicas. El resultado se tradujo en vinos que son los trofeos de Aguaverde. Se producen, específicamente, para ser degustados en el lugar. Para revalorizar la construcción original de piedra fueron invitados dos argentinos de gran trayectoria.

El arquitecto Javier Gentile fue quien logró, usando materiales nobles como piedra, madera y vidrio, que cada una de las vistas simularan el paisaje de un cuadro. Fue el decorador Juan Ricci quien realizó una curaduría de muebles muy cuidada, objetos y piezas de arte de diferentes estilos, generando la mejor combinación de lo rústico y lo moderno.

Cuando un huésped llega, cuando una cata de vinos empieza o cuando una novia entra del brazo de su padre rumbo al altar entre los viñedos, en Aguaverde el mundo se frena y los relojes desaparecen. Así lo siente Francisco Marqués, el anfitrión del lugar y responsable de lograr, a través de su exquisito cuidado por el detalle, que cada experiencia sea única.

Desde 2018, los huéspedes que llegan a Aguaverde viven un concepto innovador de hotelería denominado Only You. Una familia, o un grupo, reserva la casa de forma exclusiva y, desde que pasan la portera, todo el lugar les pertenece.

Aguaverde es historia, es sus años como estancia rural, es una pareja de argentinos cruzando a Uruguay, es un sueño realizado, es hospitalidad pura, alta gastronomía y miles de uvas recolectadas. Es, también, los paisajes de la naturaleza uruguaya y los festejos de quienes empiezan una vida juntos.

Es, al final, una historia en construcción constante de momentos inolvidables.

SACROMONTE WINE LODGE

En Francia fue viticultor y enólogo. En 1930, a sus treinta años, viajó a Perú contratado por una bodega en Ica, el departamento al sur de Lima donde se concentra la mayor producción vitivinícola del país. Allí se siguió dedicando a la industria del vino por muchos años, trabajando para otras bodegas, y en 1945 estableció la suya propia. La llamó Viña Borit, con su apellido. Tenía dos viñedos de los que producía y a los que nombró La Florida y Sacromonte.

El tiempo quiso que Edmond Borit tuviera un nieto que se llamara exactamente igual a él. Ese nieto, cansado de la vida corporativa que lo alejaba de su familia, decidió continuar el legado de su abuelo, embarcándose en un proyecto que se llamó Sacromonte Craft Wines & Landscape Hotel. De niño guardaba las etiquetas con el nombre de su abuelo. Le interesaba lo que este hacía y soñaba con, algún día, dedicarse a lo mismo.

Generó un concepto nuevo de viñedo: acompañados de alojamiento en refugios de lujo, sustentables y amigables con el medio ambiente. Fue una manera nueva de vivir el turismo vitivinícola y sustentable en medio de las Sierras de Carapé, en el departamento de Maldonado, a solo 50 minutos de Punta del Este.

La compra del terreno fue consecuencia de una búsqueda exhaustiva hasta que, en julio del 2013, Edmond encontró cien hectáreas de tierra con reservas naturales de agua de manantial y arroyos que atravesaban un cerro rodeados de vegetación nativa. Sintió que era el lugar ideal para hacer su sueño, y su legado, realidad. En 2014, empezó oficialmente con el desarrollo del proyecto.

Desde el inicio, cada detalle fue cuidado. Se realizaron estudios en profundidad sobre el suelo. Se identificaron ocho tipos de suelo con vertientes de agua que yacen en él. Eran ideales para cultivar viñedos.

Las cepas seleccionadas para plantar fueron especialmente traídas de Francia, asegurándose que tuvieran el mejor desarrollo posible en el terreno y, así, poder lograr vinos de altísima calidad.

En cinco hectáreas hay seis cepas plantadas: Tannat (insignia del territorio uruguayo), Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Merlot, Syrah y Marselan, todas traídas de Francia.

El paisajismo fue llevado a cabo por el argentino Roberto Mulieri, a quien Edmond ya admiraba desde antes de conocerlo porque siempre que pasaba por la Ruta 9 se fascinaba con el diseño de la Bodega Oceánica José Ignacio, que también tenía su firma.

Edmond buscaba que todo girara entorno a la naturaleza. Así se lo transmitió a Mapa Estudio de Arquitectura, quien captó la idea y diseñó refugios minimalistas, de paneles de vidrio espejados del piso hasta el techo, que se asientan sobre cimientos de piedra de origen local y tienen vistas panorámicas desde el interior.

Sacromonte es naturaleza y su respeto por ella. Es lujo y sustentabilidad en la misma cantidad. No en vano, la revista Time lo catalogó como uno de los 100 mejores lugares para visitar y alojarse, en setiembre de 2019. The Times, por su parte, le dio su primer lugar dentro de los 27 lugares del mundo más cool para visitar.

Sacromonte es la unión eterna entre un abuelo y un nieto, una historia que comenzó en Francia y que hoy continúa viva en Uruguay.

CASA ZINC

La fascinación por explorar lugares y por los objetos con historia viene de cuando era niño. Su cuarto estaba cubierto de mapas de la revista National Geographic y a sus catorce años, Aaron Hojman ya acompañaba a su papá, que era asesor de industrias, a subastas de objetos en diferentes fábricas y talleres que cerraban. Si algo le gustaba, lo compraba para darle un nuevo uso en su cuarto.

Le hubiera gustado estudiar arquitectura, pero no era bueno dibujando, entonces optó por economía. A sus diecinueve, soñaba con tener un hotel en Grecia y otro en Cabo Polonio.

Le gusta recibir, conversar y el intercambio con gente de otros lados.

En 2002 Aaron construyó Trading Post, el espacio actual que tiene en La Barra, donde vende antigüedades, objetos y muebles que él rescata. Es un lugar caótico, desordenado, donde se puede sentir la pasión de Aaron por «lo decadente». Lo nuevo e impecable no le interesa.

En 2005, en el mismo lugar, agregó Café Zinc, una cafetería de especialidad donde se dan charlas entorno a objetos antiguos. Al estar muy abarrotado de esos objetos, en 2018, creó Casa Zinc. A cuatro cuadras del local, en el barrio de El Tesoro, formó un espacio en el que buscaba transmitirle a clientes y arquitectos lo que significa para él habitar una casa.

Montó un cuento en cada espacio, seis «lugares habitables», escenográficos, con su curaduría de objetos y muebles que se alejan del concepto tradicional de habitaciones de hotel. A la hora de construir la posada, buscó que pareciera que «siempre estuvo acá», que tuviera arraigo porque él se define «como un cirujano plástico al revés, te hago nacer vieja». Y así lo hizo con Casa Zinc.

De afuera, la fachada de Zinc parece que se trata de un simple galpón viejo, pero al abrir el portón: un olivo centenario, árbol de gran nobleza, pensado especialmente para ser protagonista del patio, recibe a los huéspedes y los traslada a otro tiempo.

Dibujó y diagramó de arriba hacia abajo, tomando como punto de partida cinco ventanas de medio punto y el portón de entrada. Sumó detalles que ayudaban a darle toques de historia, como las aberturas de una antigua estación central de tranvías y las vigas de acero originales.

Los seis espacios tienen nombres y, si bien Aaron reconoce que le cuesta elegir uno porque son como hijos y no se puede tener uno favorito, reconoce que tres le parecen especiales: «Estudio Arquitecto», inspirado en los años 40 y 50, «Biblioteca» y «Mirador». Los otros espacios se llaman «Back to School», que simula ser un salón de clases con pizarrón, «Estudio Diseño» y «Patio».

Cuando era joven, cada vez que pasaba un tren, sentía que veía pasar una oportunidad. Esa fascinación la mantiene hasta el día de hoy al punto tal que su última incorporación en la posada es un vagón de carga de madera de 1952, de origen americano, que convirtió en un séptimo espacio.

Casa Zinc es la revalorización del pasado, de aquellos objetos vividos. «Ante la duda, simple y funcional», dice Aaron, que se define como «el amateur» y como una persona que ejecuta «el ejercicio ilegal de la arquitectura».

BIG BANG NATURE STAYS

Lucía Scandroglio y Leandro Deambrosi son dos almas libres, bohemias y aventureras. Su pasión por viajar es tan grande que, en 2018, se embarcaron hacia las islas del Pacífico y Asia para conocer diferentes culturas y disfrutarse como familia. Lo hicieron junto a sus tres hijas pequeñas.

En 2019, volvieron de visita a Uruguay por unos meses. La intención era continuar con el viaje, pero sus raíces orientales eran más fuertes y decidieron quedarse en su país.

Ese viaje resultó ser de gran inspiración para montar un emprendimiento de turismo ecológico, buscando recrear un lugar al que les hubiera gustado llegar mientras estaban de viaje, donde familia y naturaleza comulgaran. El lugar elegido para hacerlo fue especial: una chacra de 40 hectáreas, propiedad de Rodolfo Deambrosi y Margarita Irigoyen, los padres de Leandro, donde él había pasado veranos durante su niñez, en medio del bosque, en primera línea frente al mar en Sauce de Portezuelo.

Juntos, comenzaron a armar el lugar. Lucía, arquitecta de profesión, pensó especialmente la disposición de los domos para que no alteraran el estado natural del bosque. Apuntan a ser sustentables como parte de un proceso que implica no generar residuos y no utilizar envases de plástico. Cuentan con iluminación LED y con estaciones de cargadores para autos eléctricos. Inauguraron Big Bang Nature Stays el 15 de diciembre de 2019.

Leandro y Lucía son anfitriones de espíritu entusiasta. Disfrutan del arte y la música con amigos. Por eso instalaron una enorme carpa estilo marroquí donde suceden fiestas con sello propio.

Para ambientar el lugar, invitaron a varios artistas plásticos, todos amigos uruguayos, a dejar su impronta. La decoración del living principal estuvo a cargo de Gastón Izaguirre. Un juego para niños que simula ser una nave espacial fue creado por Gustavo Genta, junto con algunas luminarias presentes en distintos ambientes.

Los frenos de un tren antiguo reutilizados como fogoneros para ambientar las noches y otros objetos de madera tienen el sello de Diego Haretche. Varias piedras amatistas del departamento de Artigas intervienen el bosque. En sus talleres de arte, buscan que los participantes se centren en el proceso y que el trabajo final transmita la riqueza del proceso creativo.

Un ómnibus de una antigua empresa uruguaya, rescatado por un amigo, fue adaptado como cocina abierta y lo llamaron «El Galgo», en homenaje a la imagen que tenía esta antigua empresa en su logotipo. Desde allí cocinan con ingredientes de su huerta orgánica. Un ala delta fue colocado encima del techo del ómnibus como símbolo de libertad, de las fuerzas de la naturaleza y de sus ganas de que los sueños vuelen alto.

Recorrer la playa a caballo, andar en bicicleta, explorar en los talleres de arte, darse baños en una tina exterior a cielo abierto o tan solo sentarse alrededor de fogones a mirar las estrellas forman parte de la propuesta. Big Bang es mucho más que un hotel.

Big Bang es creatividad, naturaleza, amigos y familia. Para Leandro y Lucía, nada de lo que hay en el lugar es mérito de ellos. La belleza ya estaba ahí, desde el principio de todo, desde el Big Bang.