La psicología del inversor

Si bien el pasado no es garantía del futuro, analizar la mayor caída que ha tenido el portafolio en el que estamos invirtiendo y preguntarnos si soportaríamos una caída similar sin tomar decisiones apresuradas, sirve como una prueba de estrés. Los inversores que obtienen los mejores resultados en el largo plazo son capaces de soportar niveles de volatilidad acordes a su perfil de inversión.

Por EC. Gastón Sirotá, MBA, Productos de Inversión, Banco Santander

Cuando pensamos en invertir solemos centrar nuestra atención en la selección de activos, pero prestamos poca atención a cómo nuestro actuar puede jugar un rol fundamental en nuestros resultados.

Comencemos con un ejemplo de un inversor que invirtió 50.000 USD el 29 de enero 1993 en el ETF más operado del mundo, SPY US (el cual sigue la evolución del índice S&P 500) y mantiene su inversión hasta el día de hoy.

Antes de visualizar los resultados, repasemos algunos aspectos: Un Exchange-traded fund (ETF), o fondo de inversión cotizado, es un fondo que cotiza en un mercado de valores secundarios. Los mismos se caracterizan por ser productos diversificados y en su mayoría tienen una gestión pasiva. La gestión pasiva tiene por objetivo replicar la evolución de un determinado índice.

Seleccionamos dicha fecha ya que fue la de creación del ETF de referencia, aunque los orígenes del S&P 500 datan de 1923 cuando Standard & Poor’s incorporó un índice que cubría 233 compañías para luego, en 1957, extenderse a cubrir 500 empresas. El índice S&P 500 representa a las 500 empresas más grandes que cotizan en la New York Stock Exchange o NASDAQ, y captura aproximadamente el 80% de la capitalización de mercado. La ponderación de cada una de las empresas es acorde a su capitalización de mercado.

Dicho inversor hubiera obtenido un retorno compuesto de 10,57% anual considerando la reinversión de los dividendos lo cual al 10 de noviembre de 2021, lo que implicaría un capital de 902.587,7 USD. Frente a este escenario nos preguntamos: ¿Habrá sido fácil mantener la inversión todos estos años?

Desde 1993 a la fecha, se han producido once correcciones de entre 10-20% en el S&P 500, y en tres oportunidades han ocurrido correcciones significativas de más del 20% que coinciden con recesiones económicas y cambios de ciclo. Estas grandes recesiones fueron la burbuja de las puntocom, con una caída cercana al 48% entre marzo del 2000 y octubre del 2002, la crisis financiera mundial de 2008, con una corrección del orden del 56% entre octubre de 2007 y marzo del 2009, y, por último la crisis provocada por el Covid-19, que conllevó una caída del mercado cercana al 34% entre febrero y marzo 2020.

La realidad es que mantenerse invertido no hubiera sido fácil, pero si lo hubiéramos hecho, hubiésemos multiplicado nuestro capital más de 18 veces. Sin embargo, la volatilidad de esta inversión podría haber generado que varios de los lectores no durmieran bien durante la noche. Frente a esta situación, debemos estudiar el rol que juega la psicología del inversor y comprender algunos conceptos sencillos pero trascendentales, que nos van ayudar a obtener mejores retornos en el largo plazo.

Durante períodos de mayor volatilidad y correcciones de mercado es cuando los inversores suelen tomar decisiones apresuradas que los llevan a vender en los peores momentos. La realidad es que mantenerse invertido ante un colapso del mercado requiere autocontrol, conocimiento financiero y confianza en que el mundo va a volver a equilibrarse. A todos los inversores nos encantaría poder hacer «market timing» de forma efectiva, es decir, entrar al mercado anticipando períodos de subas significativas y salir del mercado antes que el mismo esté a la baja para evitar pérdidas. Sin embargo, está comprobado que es muy difícil de lograr y los inversores que suelen obtener mejores retornos en el largo plazo son los que se mantienen invertidos soportando los momentos de caídas y mayor volatilidad.

Es fundamental comprender que cada inversor tiene sus propias características y objetivos por lo que debemos buscar el portafolio más eficiente para cada uno de ellos. En este sentido, buscar asesoramiento profesional nos va a permitir armar una estrategia acorde a nuestros objetivos y características individuales. En materia de inversiones no existe el «mejor portafolio» para todas las personas o una única forma de analizar las alternativas de inversión.

El rol del asesor de inversiones no solamente radica en asesorarnos para armar un portafolio que nos permita alcanzar nuestros objetivos, sino que también servirnos de sostén para no tomar malas decisiones en momentos de mayor volatilidad. La reciente crisis financiera desencadenada a raíz el Covid-19 nos puso nuevamente a prueba para ayudar a nuestros clientes a no tomar decisiones guiadas por el miedo y la volatilidad de corto plazo, sino que pudieran focalizarse en sus objetivos de mediano y largo plazo.

A la hora de armar un portafolio de inversiones, lo primero que deberíamos hacer es definir nuestros objetivos: ¿Cuál es la razón que motiva nuestra inversión? ¿La compra de una vivienda? ¿La educación de nuestros hijos? ¿Ahorrar para nuestra jubilación? ¿Ahorrar para tener mayor flexibilidad y seguridad en nuestras decisiones?

Nuestro objetivo puede ser específico o simplemente ahorrar para tener una mayor libertad financiera y seguridad económica. En línea con dicho objetivo, deberíamos definir nuestro horizonte de inversión, analizar nuestra capacidad económica para tomar riesgos y nuestra voluntad de tomar riesgos. Por lo general, cuanto más joven y mayor patrimonio tiene la persona, mayor es la capacidad para tomar riesgos. La disposición a tomar riesgos o el grado de aversión va a depender de múltiples características personales.

En función de dichas características deberíamos definir nuestra asignación estratégica de inversión. La asignación estratégica es el porcentaje o rango objetivo que vamos a invertir en cada una de las clases de activos: Bonos, Acciones, Activos Alternativos, Efectivo. El concepto de activos alternativos es muy amplio y abarca todas las clases de activos que no están compuestas dentro de los otros sectores, coticen o no en el mercado de capitales, tales como inmuebles, private equity, commodities, metales preciosos, entre otros. Siempre debemos recordar que el efectivo es sinónimo de flexibilidad en nuestros portafolios y tener cierto porcentaje nos va a permitir cubrir gastos imprevistos o transitar con tranquilidad escenarios de mayor volatilidad.

En el mercado de capitales existe una correlación positiva entre riesgo y retorno, y, por lo general, cuanto mayor riesgo estemos dispuestos a asumir, mayor será el potencial de retorno. Esto es especialmente cierto si nuestras inversiones son a través de instrumentos diversificados eficientes y cuanto más largo sea nuestro horizonte de inversión. En líneas generales los portafolios que tienen mayor porcentaje invertido en el mercado de acciones tienen un mayor potencial de retorno, pero también superiores niveles de volatilidad. En cambio, los portafolios que tienen una mayor proporción de bonos suelen tener inferiores niveles de volatilidad promedio y menores niveles de retorno potencial.

Si bien el pasado no es garantía del futuro, analizar la mayor caída que ha tenido el portafolio en el que estamos invirtiendo y preguntarnos si soportaríamos una caída similar sin tomar decisiones apresuradas, sirve como una prueba de estrés. A modo de ejemplo, durante la crisis del Covid-19, un portafolio conservador, compuesto por 80% bonos globales y 20% acciones globales, tuvo una caída de 10,77%, un portafolio moderado compuesto por una canasta de 60% acciones y 40% bonos obtuvo una caída de 22,64% y un portafolio arriesgado que invierte 20% en bonos y 80% acciones tuvo una caída de 28,56%*. A largo plazo, los mercados siempre se han recuperado, pero para poder aprovechar los posibles beneficios de largo plazo tenemos que estar seguros de mantenernos invertidos en el durante.

Ahora que hemos analizando algunas características centrales en el armado de un portafolio y en la toma de decisiones, me gustaría volver al ejemplo inicial. En dicho ejemplo vimos como una inversión inicial de 50.000 USD se hubiera convertido en 902.587,2 USD, para lo cual hubiese sido clave la paciencia, confiar en la estrategia y por sobre todo entender el beneficio del interés compuesto. El interés compuesto es la capitalización de intereses, o como se dice frecuentemente: generar intereses sobre intereses, lo cual produce un efecto multiplicador a lo largo del tiempo.

Albert Einstein decía: «El interés compuesto es la octava maravilla del mundo. Quien lo entiende lo cobra, el que no lo paga».

Por último, y a modo de conclusión, el manejo de nuestro patrimonio de forma eficiente requiere de conocimiento financiero y autocontrol; siendo este último uno de los principales factores del resultado. En mis años como asesor de inversiones he comprobado que los inversores que han obtenido los mejores retornos ajustados a su estrategia fueron los que se mantuvieron invertidos, realizando solamente los rebalanceos necesarios.

* En todos los casos se utilizaron como referencia los índices Bloomberg Global Aggregate Index como referencia al mercado de bonos global y Bloomberg Developed Markets Large and Mid Cap Total Return Index como referencia del mercado de acciones global.