Un viaje a la incertidumbre y la expresión

Trazando un camino artístico único que desafía los límites de lo conocido, la artista uruguaya invita a los espectadores a un viaje donde la naturaleza, la incertidumbre y el progreso se entrelazan en una expresión artística cautivadora, que busca lo extraordinario en lo cotidiano.

Por Sofía Vanoli (retrato Tali Kimelman / pinturas Maria Ines Arillaga)

Nacida en Young en 1972, la artista uruguaya Rita Fischer ha labrado su camino a través de los intrincados paisajes del arte, explorando las temáticas de la incertidumbre y la alienación.

Actualmente radicada en Montevideo, su viaje artístico la ha llevado a través de continentes, infundiendo su trabajo con una mezcla única de experiencias y perspectivas.

«Yo soy de esas personas que piensan que es imposible separar el arte, lo que haces, de las cosas que te pasan personalmente», cuenta Fischer a The Select Experience. «Personalmente no me interesa mucho lo que yo siento. Me interesa hablar de otras cosas, pero sí hay un canal, y ese canal soy yo, obviamente».

La práctica artística de Fischer está profundamente arraigada en el ámbito de la pintura, que percibe como algo familiar y enigmático al mismo tiempo: «Pienso que en la pintura porque la pintura es algo que conozco mucho y, a la vez, no la conozco nunca», reflexiona sobre la naturaleza paradójica de su oficio, aunque reconoce que maneja un entendimiento muy amplio del concepto.

«Además de pintar en sí, también desarrollo instalaciones y objetos que para mí son pinturas por la manera como los concibo», explica. En este sentido, la artista explica que intenta generar espacios de posibilidades, donde se pueda encontrar lo extraordinario y lo desconocido. Sus exposiciones, que van desde galerías prestigiosas en París hasta bienales internacionales, dan fe de su visión artística expansiva.

Desde la Galería Xippas en París hasta el Museo Nacional de Artes Visuales en Montevideo, el trabajo de Fischer cautiva al público con su evocadora exploración de la naturaleza y el progreso. De todos modos, para la artista, exponer en el exterior o exponer en su propio país van de la mano con el mismo compromiso y la misma intensidad.

«Yo creo que la experiencia internacional es muy parecida a la nacional. Todas las exposiciones tienen una sala de exposición o un momento expositivo, un espacio para compartir, y todo tiene el mismo valor», explica. «No hago mucha distinción, lo único que cambia es el contexto».

Entre sus exposiciones se destacan: «Sharing the Beauty» en el Museo China Millennium Monument en Pekin 2017; «Ningún lugar» en la Torre Heart de Nueva York en el 2014; «Deriva» en la Galería Jeune Création en París en el año 2009, «Caza curioso» en la galería Vasari, Buenos Aires; y «Red» en la galería La Serre de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Saint Étienne en Francia durante el 2001.

De cara al futuro, Fischer está viajando a Austria durante este mes de abril, donde estará realizando una instalación para un festival que tendrá lugar en el país europeo.

Se trata de una instalación «sitespecific », que se va a colocar en el exterior de un antiguo molino en un pueblo bastante industrial. Más allá de eso, Fischer confiesa que no sabe hacia dónde se dirige su práctica artística, pero destaca un compromiso inquebrantable con su oficio.

«Un artista elige todos los días ser artista. Y, por ahora, vengo eligiendo esto. No sé qué va a pasar en el futuro, ojalá que pasen cosas buenas», confiesa.

En esencia, el viaje artístico de Rita Fischer es un testimonio del poder transformador de la creatividad. Desde los techos de su hogar de infancia hasta las galerías de París, navega por las profundidades de lo desconocido, abrazando la incertidumbre como un catalizador para la expresión artística. A través de su trabajo, invita al público a emprender un viaje de descubrimiento, donde los límites entre la realidad y la imaginación se difuminan y la belleza de lo desconocido se despliega.

PROYECTO CASAMARIO, INNOVANDO EN LAS ARTES
Más allá de su práctica individual, Fischer también es parte integral del Proyecto CasaMario, un esfuerzo colectivo destinado a fomentar la colaboración y la innovación en las artes. A través de iniciativas como estas, busca crear espacios para el diálogo y la exploración, trascendiendo fronteras para forjar conexiones dentro de la comunidad artística. Con sede en el casco antiguo de la ciudad de Montevideo, se trata de un enclave de producción artístico-cultural-social, enmarcado en una topografía crítica de un barrio en transformación. Apunta a desarrollar reflexiones en torno a las prácticas artístico-culturales en diálogo con modelos de estar, hacer y reflexionar colectivos; curadurías e imaginarios de producción colectiva sobre la idea de casa y lugar; usuariedad extra-disciplinar de los espacios del proyecto por parte de vecinos y organizaciones.

VISLUMBRAR EXTÁTICO
Esta colección de obras pintadas, algunas sobre papel y otras sobre madera, llevan al frente la pasión de Fischer por la naturaleza. Gran parte del poder de estas obras reside en la elección del medio para pintar: el temple al huevo, también conocido habitualmente como témpera.

Es una técnica muy antigua que ganó popularidad en la edad media y en los primeros tiempos del renacimiento, y que consiste en la mezcla de pigmentos coloreados con un medio aglutinante, que generalmente consiste en yema de huevo. Se destaca, principalmente, por producir pinturas increíblemente duraderas y por obligar a los artistas a realizar un trabajo veloz dada la rapidez de su secado. La rigidez de la madera y la ausencia de brillo que esta técnica aporta, proyectan una sensación de estabilidad y solidez.

La representación artística creada por la artista, llena de ambigüedad en su significado, evoca un ambiente de incertidumbre, desconcierto y anhelo. Sin embargo, al detenernos y contemplar detenidamente esas composiciones cerradas e inestables, llenas de conflictos y tensiones, gradualmente comienza a surgir una sensación: la sensación de presenciar una revelación, que desvela una belleza singular.