El puente entre dos mundos

Turquía emerge como un tesoro de inigualable riqueza cultural, un destino que resguarda algunos de los sitios arqueológicos más importantes del mundo. Esta nación ha tenido a lo largo de su historia un papel relevante, al ser lugar donde oriente y occidente se entrelazan de una manera magnífica

Por Cecilia Besenzoni

Anclada en la península de Anatolia, Turquía surge como un puente viviente entre dos mundos. Aquí, los ecos de las antiguas civilizaciones resuenan en cada rincón. Desde los enigmáticos Hititas, Frigios y Licias hasta el esplendor de la Antigua Grecia, el Imperio Romano, Bizantino, Selyúcida y Otomano, este país ha sido testigo y hogar de diversas culturas y reinos que han forjado su identidad única, lo que convierte en un destino al que todos deberíamos visitar alguna vez.

A través de esta guía, exploraremos los lugares emblemáticos de este país, los cuales darán motivos suficientes para descubrirlo.

Estambul: la fusión entre oriente y occidente
En el pasado conocida como Bizancio y Constantinopla, Estambul es la urbe más habitada de Turquía.

Dotada de un enfoque histórico, cultural y económico, esta metrópolis transcontinental alberga una de más de 15 millones de personas, estableciéndose como una de las ciudades más densamente pobladas de Europa.

Con una influencia administrativa que se extiende a lo largo de 27 distritos, Estambul desempeña una función esencial en la industria y la cultural del país, a pesar de no ser la capital política ni administrativa, un título que recae sobre Ankara. La ciudad de las mil y una noches es, en sí misma, un bazar en constante efervescencia que merece un itinerario de al menos tres días para conocer sus principales atractivos.

DÍA 1
SULTANAHMET

El casco antiguo de la ciudad es el lugar donde los griegos se asentaron por primera vez. La Sultanahmet, también llamada Ciudad Vieja, es una península que está rodeada por agua por tres lados. En ella se albergan algunas de las mayores y más antiguas atracciones culturales de Turquía.

Ubicados en la plaza Sultanahmet, también conocida como Hipódromo, comienza este recorrido por el corazón histórico que nos conduce a Santa Sofía. Situada en la orilla occidental del Bósforo, esta construcción emblemática es el epicentro de Estambul. La obra maestra de la arquitectura bizantina, construida entre los años 532 y 537, sigue sorprendiendo con su colosal cúpula y sus cuatro minaretes, añadidos tras la conversión de la iglesia ortodoxa durante la conquista otomana. Adentrarnos en su interior es asombrarnos con sus imponentes dimensiones y hermosas vistas, convirtiéndose en el inicio insustituible de esta travesía.

Frente a ella se encuentra la Mezquita Azul, una edificación emblemática encargada por el Sultán Ahmed a principios del siglo XVII. Si bien su fachada ya cautiva con sus seis minaretes y múltiples cúpulas menores que enmarcan la central, es en su interior donde se despliega su deslumbrante esplendor. Un mosaico de 21.034 azulejos de Iznik dan vida a las paredes, creando un tapiz de colores y patrones que narran historias milenarias. La atmósfera creada por los 260 ventanales, dispuestos en cinco niveles, permite que la luz fluya en cascada, sumergiendo el espacio en una luminosidad mágica e inigualable.

Pero el recorrido continúa. Junto con la Santa Sofía y la Mezquita Azul se encuentra el Palacio Topkapi, el testigo silencioso de la grandeza del Imperio Otomano. Construído en el siglo XV, sirvió como residencia oficial de los sultanes otomanos durante más de cuatro siglos. Topkapi fue el epicentro del poder imperial, el lugar donde se tomaban decisiones cruciales que modelaron el destino de esta tierra. A lo largo de los años, este palacio se extendió con la construcción de múltiples pabellones, patios y jardines, cada uno con su propio encanto y propósito.

Si avanzamos en el recorrido se encuentra la Cisterna Basílica, también conocida como el Palacio Sumergido. Esta magnífica estructura subterránea fue construida durante la época del emperador Justiniano, en la era en que Estambul era llamada Constantinopla. Su función principal radicaba en proveer de agua tanto al Palacio Topkapi como a las residencias a su alrededor.

En tiempos del Imperio Bizantino la escasez de agua era un desafío constante, con enemigos que dañaban los acueductos y contaminaban los ríos que abastecían Estambul desde Belgrado. La Cisterna Basílica se convirtió en la solución ingeniosa para almacenar agua de manera segura para la ciudad. Esta cámara es capaz de contener 80.000 metros cúbicos de agua. La Basílica fue abierta al turismo en 1987; al principio solo era posible recorrerla en bote, pero hoy existen pasarelas para recorrerla en su totalidad, las que permiten observar las míticas columnas con cabezas de medusa que estuvieron ocultas por el agua en tiempos pasados.

Para completar el recorrido por la Ciudad Vieja es recomendable buscar un mirador que permita contemplar la majestuosidad de Sultanahmet durante el atardecer. Una buena elección es la terraza del Seven Hills Hotel, que cuenta con increíbles vistas panorámicas junto con un menú donde la cocina turca tradicional es protagonista.

DÍA 2
EMINÖNÜ

Junto al Sultanahmet se encuentra Eminönü, un barrio portuario que alberga en su interior los bazares más emblemáticos de Turquía: el Gran Bazar y el Bazar de las Especias. El Gran Bazar es un ícono de la ciudad; construido en el siglo XV por solicitud del sultán Mehmet II, nació con la intención de proporcionar un espacio cubierto donde los comerciantes pudieran vender sus tejidos. Con el tiempo, se sumaron los artesanos, transformándose gradualmente en el lugar que conocemos hoy.

Este constituye el epicentro del comercio en Estambul, abarcando un área de 45.000 metros cuadrados que albergan casi 4.000 tiendas que se conectan por 60 calles y 22 entradas. Explorarlo no sigue una ruta fija, y gran parte de su encanto radica en transitar los mismos pasillos más de una vez. Inicialmente, las tiendas se agrupaban según los productos que ofrecían; esa estructura ha evolucionado con el tiempo y ahora su diversidad convive en armonía, añadiendo atractivo a la experiencia.

Este vibrante mercado no solo ofrece un sinfín de opciones para compras, sino que también cuenta con cafés y restaurantes de alto nivel, como el famoso Nurs-et Steakhouse del mediático chef Nusret Gökçe, apodado «Salt Bae».

A unas cuadras del Gran Bazar se despliega el Bazar de las Especias, también conocido como el Bazar Egipcio. Este es uno de los mercados más antiguos de la ciudad, un tesoro de sabores y aromas donde se pueden adquirir productos auténticos como especias, frutos secos y exquisitos tés.

La génesis del Bazar de las Especias se entrelaza con la construcción de la Nueva Mezquita alrededor de 1663.

Su denominación de Bazar Egipcio proviene de una época en la que Estambul marcaba el final de la Ruta de la Seda como centro de distribución hacia toda Europa. Desde aquí, las especias procedentes de la India y el sudeste asiático se comercializaban hasta Egipto, y luego se embarcaban hacia el Mediterráneo.

Al salir del Bazar de las Especias, y camino hacia el puente de Gálata, se revela la Nueva Mezquita, situada al sur del puente en el Cuerno de Oro. Su imponente presencia es una de las imágenes más icónicas de la ciudad.

El trayecto por Eminönü culmina en el Puente de Gálata, que conecta con el barrio de Karaköy. En este punto, la ciudad adopta un matiz más moderno y occidental, marcado por la influencia genovesa y veneciana que impulsó el comercio en esta zona. Pero el paseo por Gálata es una experiencia en sí misma. Su primer diseño se remonta a 1846, con una estructura de madera que conectaba los principales distritos comerciales.

Con el tiempo, evolucionó hacia un diseño más ornamental y, en 1912, se transformó en su apariencia actual, con restaurantes y cafeterías en el nivel inferior.

El Puente de Gálata no solo es uno de los puntos turísticos más destacados, sino que también es un rincón inspirador y un punto de convergencia para la ciudad, donde la historia y la vida cotidiana se entrelazan en un escenario cautivador.

DÍA 3
BEYOGLU

Después de cruzar el puente desde Karaköy, se abre ante nosotros Beyoglu, el rincón moderno de Estambul. El lado europeo de la ciudad, es la zona donde las comunidades extranjeras establecieron embajadas e iglesias, y donde durante el siglo XX se levantaron los grandes hoteles, las tiendas lujosas y los edificios arquitectónicos más vanguardistas.

Al norte de Cuerno de Oro se aloja el centro de la actividad artística y de ocio. El corazón de este barrio late ante la avenida principal: Istiklal Caddesi, conocida como la Avenida de la Independencia, que se extiende desde la vibrante plaza de Taksim hasta Tünel.

La plaza de Taksim es el punto neurálgico del Estambul contemporáneo. Polo cultural y gastronómico, en sus calles habitan heladerías, pastelerías, librerías, museos y galerías en el que se destaca Galerist, donde se puede ver el trabajo de jóvenes artistas turcos, además de uno de los mejores miradores 360° de la ciudad, ubicado en el octavo piso de este edificio que cuenta con una vista y propuesta gastronómica pensada para disfrutar.

Para poner fin al paseo por Beyoglu es imprescindible continuar caminando entre sus calles hasta toparnos con la Torre de Gálata, una de las piezas arquitectónicas más sobresalientes que refleja el alma histórica de Estambul.

CAPADOCIA
LA REGIÓN FANTÁSTICA

A tan solo una hora de Estambul, en el corazón de Turquía, se extiende la cautivadora Capadocia. Designada como Patrimonio de la Humanidad en 1985, esta región deja una huella imborrable en todos los que tienen el privilegio de visitarla.

Capadocia parece haber sido sacada de las páginas de un cuento de hadas, donde las formaciones rocosas cobran vida en forma de castillos, valles y caminos subterráneos, teñidos en tonos arenosos que aseguran que nada se asemeja a lo que nuestros ojos han contemplado hasta ahora.

Lo que hace a la región verdaderamente excepcional es su formación geológica única en el mundo. Su posición geográfica la convirtió en una encrucijada de rutas comerciales durante siglos, lo que llevó a sus habitantes a construir refugios subterráneos para subsistir durante largos meses sin necesidad de salir al exterior.

Estas intrincadas ciudades subterráneas contaban hasta nueve niveles de profundidad y estaban equipadas con respiraderos, caballerizas, panaderías, pozos de agua y todo lo necesario para albergar a una población de hasta 20.000 personas. Fueron estos inicios los que dieron nombre a la región, que en la lengua luvita se traduce como 'país bajo'.

Explorar a fondo Capadocia demanda un mínimo de dos días, aunque se aconseja reservar tres días para disfrutar plenamente de este lugar singular y único con la tranquilidad que merece.

Una guía para explorarla
Göreme representa el punto central, es el lugar ideal para establecerse y recorrer la región de Capadocia. En esta ciudad se presenta la mayor variedad de opciones de hospedaje, entre las cuales se recomienda optar por los renombrados hoteles cueva, como el destacado Koza Cave Hotel, que ofrece una de las vistas más privilegiadas.

La experiencia más anhelada en Göreme es presenciar el amanecer desde los globos aerostáticos. Este es el motivo por el cual miles de turistas visitan esta región cada año, sin anticipar las maravillas que están por descubrir, porque el encanto de Göreme trasciende esta experiencia única.

Recorrer sus calles, descubrir su arquitectura y contemplar la ciudad al caer la noche, cuando las luces comienzan a iluminar sus rincones, crea una atmósfera especial que profundiza la fascinación que envuelve a este lugar.

No obstante, en Capadocia hay mucho más por explorar. A tan solo 40 minutos de Göreme se encuentra Kaymakli, una de las ciudades subterráneas más grandes del mundo. Este destino es esencial para cualquier visitante en el corazón de Anatolia.

Se cree que esta asombrosa ciudad subterránea fue concebida por los primeros cristianos como un refugio ante la persecución. Se extiende a lo largo de 85 metros y cuenta con ocho pisos, de los cuales actualmente se pueden visitar cuatro. En su interior, se encuentran todas las comodidades necesarias para la vida, destacando sus intrincados túneles y pasadizos, algunos de los cuales son notablemente estrechos.

Pero los encantos de Capadocia continúan. Uno de ellos es la Chimenea de las Hadas, una serie de formaciones rocosas esculpidas por la erosión que dan vida a paisajes naturales de una belleza espectacular.

Otro encanto es el recorrido por el Valle de las Rosas y el Valle Rojo, que yacen uno al lado del otro. Este asombroso lugar permite explorar diversas rutas de senderismo y descubrir iglesias excavadas en la roca, cuevas y pasadizos, todo enmarcado por tonos rojizos y rosados que parecen sacados de un sueño.

ANTES DE PARTIR

Las alfombras turcas han cautivado a personas de todo el mundo durante siglos por la belleza de sus diseños, colores vibrantes y destreza artesanal que significa su creación. Estas obras textiles no solo son objetos decorativos sino que cuentan la historia de Turquía. Simbolizan un viaje a través del tiempo que entrelaza la cultura, la religión y la artesanía del país.

Su historia se remonta a las primeras civilizaciones que habitaron la región de Anatolia, de allí los primeros vestigios de tejidos textiles y tapices que datan de los siglos VII y VI a.C., pero fue en la época del Imperio Otomano cuando comenzaron a tomar su reconocimiento mundial. Durante esta época se convirtieron en parte esencial de la vida cotidiana al vestir hogares, mezquitas y palacios.

La creación de una alfombra es un proceso laborioso y manual que requiere habilidad, paciencia y dedicación. Las alfombras tradicionales turcas se tejen a mano en talleres familiares con una variedad de materiales entre los que se destacan: lana, algodón y seda. Y donde se elaboran los tintes naturales que se obtienen de plantas y minerales, lo que da como resultado sus colores vibrantes y duraderos.

Antes de partir de Capadocia, el centro de Göreme da una cita imperdible, la invitación a recorrer talleres tradicionales y elegir la alfombra que mantendrá vivas las experiencias de este viaje.

COCINA TÍPICA
Menemen
Un plato típico que se sirve en el desayuno. Consiste en una cazuela con huevos revueltos y cebollas, pimientos salteados, pimentón y orégano.

Kebab
Un clásico que ha traspasado las fronteras, viene en varias formas, como el döner kebab, carne cocida en un asador vertical y servida en pan de pita; el shish kebab, trozos de carne a la parrilla en brochetas; y el köfte, albóndigas de carne sazonadas.

Meze
Una variedad de aperitivos y platos pequeños que se sirven antes de las comidas principales.

Pueden incluir: hummus, tzatziki, dolmas, queso feta o aceitunas.

Börek
Una empanada súper crujiente elaborada con masa filo, muchas capas que se rellenan de queso feta o queso blanco turco, también se le pueden añadir espinacas o carne picada.

Baklava
El postre clásico de Turquía conocido por su textura crujiente y sabor dulce, se elabora con capas de masa filo intercaladas con nueces trituradas y bañadas en un jarabe dulce

Recomendación
Turquía se caracteriza por ser un país laico, sin embargo, la mayoría de su población profesa el islam y sigue las directrices de esta religión en su vestimenta. Entre los encantos turísticos se cuentan las mezquitas. Para visitarlas, se recomienda que las mujeres lleven un pañuelo para cubrir sus cabezas y hombros, mientras que los hombres opten por pantalones largos como muestra de respeto. Al adentrarse en un lugar sagrado, será necesario dejar los zapatos en la entrada que podrán retirar al salir sin inconvenientes.