El sueño de una familia

invitando a sumarse a un modelo que permite a sus socios ser parte propietaria de caballos pura sangre.

Como ocurre con el fútbol, la historia del turf en Uruguay tiene explicación en la fuerte presencia inglesa en el Río de la Plata. De hecho, el turf partió a la cabeza dentro de las pasiones de los uruguayos, siendo el deporte que dominó el interés del público durante las últimas décadas del siglo XIX.

Hoy el deporte ha cambiado, evolucionado, y continúa siendo parte fundamental de la identidad de nuestro país, siendo capaz de reunir realidades sociales muy diferentes, configurándose como una actividad que fomenta la integración.

En su evolución, un modelo que irrumpió exitosamente en el mundo del turf es el de los clubes de propietarios, que permiten a los aficionados cumplir el sueño de tener su propio pura sangre.

Este modelo, que permite la compra de uno o más caballos y la posterior emisión de acciones, se convirtió en el turf avanzado, en un negocio consolidado. En EE.UU, Francia, Hong Kong, Japón, Australia e Inglaterra la sindicación de un caballo es una práctica habitual.

Bajo la estructura jurídica de un fideicomiso, este es el modelo que implementa en Uruguay el Club Hípico Monte Nativo, con el respaldo del reconocido Haras Cuatro Piedras.

Los interesados tienen la oportunidad de invertir en tres decenas de equinos de primera clase, nacidos en el Haras Cuatro Piedras y en los haras brasileños Old Friends, Bagé do Sul y Nijú. Estos pura sangre compiten en carreras de primera línea, ya sea en el Hipódromo de Maroñas o en el de Las Piedras.

La membresía a Monte Nativo cubre todos los gastos de los animales por tres años, siendo una inversión que permite a unos sesenta socios compartir las ganancias económicas obtenidas por estos, incluyendo la de su venta final.

El sueño hecho pasión

El Club Hípico Monte Nativo es el sueño de una familia que invita a los aficionados a disfrutar el fascinante mundo hípico. Como Areco en Argentina y Bagé en Brasil, en Uruguay Canelones tiene la riqueza de suelos, la topografía privilegiada y el microclima propicio para la hípica.

No por casualidad, el mismísimo Pedro Piñeyrúa, primer presidente del Jockey Club de Montevideo, sentó en Canelones los reales de su Cabaña Progreso, donde introdujo yeguas madre y padrillos importados de Europa, siguiendo los pasos de pioneros de la raza pura sangre como Jorge Pacheco y Adolfo Artagaveytia, que hacia fines del siglo XIX habían levantado la cabaña Las Acacias cerca de Las Piedras. En el mismo lugar, asociado para siempre a una larga historia de triunfos deportivos, Enrique Vásquez instalaría más tarde su Haras Reconquista.

Esa tierra canaria, que por décadas supo de reproductores, campeones y hasta triple coronados, sería luego ocupada por Julio Malnatti y su Cabaña Thoroughbred. Hoy es el hogar de Pablo Salomone, Claudia Rosas y sus hijos, Federica y Diego.

En el año 2000, resueltos a vivir en algún lugar tranquilo entre Montevideo y Florida, enamorados de su arquitectura y sus potencialidades hípicas, Pablo y Claudia compran el Haras Thoroughbred, que en aquel entonces contaba con apenas 40 hectáreas y 70 caballerizas.

Pablo y Claudia soñaban con vivir en un lugar donde hubiera caballos, pero nunca imaginaron que no solo se haría realidad, sino que se transformaría en la pasión de todos los integrantes de la familia. El corazón de Monte Nativo late de la mano de esta familia comprometida y consustanciada con este proyecto, que vive y trabaja en el mismo lugar.

A Federica, su pasión por los caballos la llevó a cursar la carrera de veterinaria, mientras que Diego es un estudioso de la historia, la genética y los pedigrees de los caballos pura sangre.

Todos disfrutan de ser anfitriones y logran que quienes visitan vivan una gran experiencia. El lugar está preparado para que funcione también como un club social campestre, donde se puede disfrutar de ver a los caballos, cómo estos entrenan y, al mismo tiempo, compartir un almuerzo en el encantador bar-almacén.

Apuesta al verde

El deslumbrante paisaje es otra carta de presentación de Monte Nativo. Hoy, ese paisaje insospechado, a minutos del centro de la ciudad y rico en pequeños ecosistemas, está poblado de siete mil árboles.

En los últimos años, con la orientación de Claudia, arquitecta y con estudios en paisajismo, se comenzó a repoblar con árboles nativos como palmeras pindó, lapachillo, combretum, arazá, guaviyú, arrayan, canelon, taruman, sarandí, ibirapitá, timbó, tipa, guayabo, molles ceniciento, anacahuita, espinillo, palo de fierro, ingá, citronela, laurel, envira, calliandra y un largo etcétera.

Por si hiciera falta redondear el aura casi mítica de este lugar, desde 2015, Cuatro Piedras es también la casa del legendario Invasor, ganador en Uruguay del Gran Premio Nacional, el Gran Premio Jockey Club y la Polla de Potrillos en 2005; Campeón Mayor y Caballo del Año en Estados Unidos en 2006; ganador de la Dubai World Cup (G1), la Breeder’s Cup Classic (G1), la Pimlico Special H. (G1), la Donn H. (G1) y la Suburban H. (G1). Para Cuatro Piedras es un orgullo tener la oportunidad de replicar la genética de ese caballo soñado.

Para sumar un nuevo eslabón a esta antigua, larga y generosa cadena de éxitos es que nació el Club Hípico Monte Nativo.

El club cuenta con un stock variado para competir en distintas superficies y distancias; un centro de entrenamiento diseñado para optimizar su rendimiento; 250 hectáreas con un paisaje y parque deslumbrante a minutos de Montevideo; 1.500 metros de pista digna de los mejores hipódromos; junto a cien boxes, centro veterinario y de diagnóstico y block quirúrgico.

Se trata de un club house que fomenta la integración entre el entrenador y los propietarios, en un ambiente familiar, con aires de bar-almacén, pensado para pasar momentos inolvidables.